VIAJE AL JARDÍN DE LAS LETRAS
No creáis que eso de conocer una letra sucede así como así… requiere de imaginación, de magia y de viajar.
Pero como estamos hechos unos campeones, ¡para estos peques ha sido pan comido!
En seguida aceptaron la propuesta de viajar al Jardín de las letras. ¡Sin miedo! Estaban totalmente convencidos …
Nos subimos en nuestras naves invisibles, nos abrochamos el cinturón de seguridad, agarramos fuerte el volante y… ¡listos para el despegue!
Llegamos volando al Jardín de las letras. Empezamos a ver con los ojos de nuestra imaginación el césped y el paisaje tan bonito que había… (todos aseguraban haberlo visto…), pero lo que no nos esperábamos era que esas flores fueran mágicas y se posarán encima de nuestras cabezas y alrededor de nuestro cuello.
¡Y fijaros hasta que punto son mágicas esas flores que traían escondida una letra!
Y era, nada más y nada menos que la letra «i». Nos encanta imitar su sonido. Ya la reconocemos cuando era pequeña (minúscula) y cuando se hizo mayor (mayúscula). Y tenía ganas de jugar… ¡venía con una diadema para ponerse en la cabeza de los niños! Y no solo eso… cada vez que se pone encima de un niño… le quita su nombre y le presta el suyo.
Así, al niño que tiene puesta la diadema hay que llamarlo «letra i». Por eso si alguna vez nos escucháis decir «letra i préstame esa cera», «¿letra i me dejas pasar?», «letra i apaga la luz», «letra i choca esos cinco»…no es que nos hayamos vuelto loquillos… es que nos hemos quedado con ese «souvenir» después de haber estado viajando por el jardín de las letras.